Ni tocaban jazz ni comían carne, la banda liderada por Pat Fish es más bien una historia de lo que no fueron y de lo que podrían haber sido. Les bastó con un breve periodo de tiempo en el que el grupo contó con una formación sólida para dejar constancia de que se trataba de una de las bandas británicas más originales del momento. Fue entonces cuando no tardó en hacer eclosión “A Scandal In Bohemia”, una de las joyas mejor guardadas de Inglaterra. Con su segundo álbum, la pasión revisionista abrazaba estilos para todos los gustos. Con una destreza y una agilidad creativa al alcance de pocos, revisaban todos los géneros clásicos de la música moderna, desde al doo woop hast el soul, manteniendo un cierto patrón generacional que los acercaba a esas primeras bandas de un indie recién estrenado y al mismo tiempo a la tradición del folk inglés. Por supuesto que nunca terminaron de encajar del todo con ninguna, pero ese hecho les hacía a su vez deliciosamente diferentes y les hizo valer la etiqueta de la banda más original de la primera mitad de los 80, aunque fuera en ámbitos reducidos.
“A Scancal In Bohemia” discurría por dos ejes aparentemente contradictorios, el de la coherencia y el de la variedad, porque mientras “Southern Mark Smith” rendía pleitesía al líder de The Fall con una espectacular suerte de himno a medio camino entre la new wave y el pop británico, “Real Men” recreaba atmosferas postpunk a golpe de tambores y xilófono con la vista puesta en Ian Curtis. La sorpresa se convierte en mayúscula con “Soul Happy Hour”, puro doo woop revisitado y pervertido, mientras que en “I Need Meat” –de nuevo, una mentira- recuperaban la hoja de ruta original en su intentó por reivindicar a Chuck Berry. El folk inglés tiene su espacio en “Just Like Betty Page” y “Mind Like A Playground”, mientras que “Marnie” se postula como uno de sus hits más directos y contemporáneos en el terreno de la new wave, de la misma forma que “Girlfriend” hacía lo propio con el indie introduciendo a la banda en la escena con un poco de ayuda del calzador. Por último, lo habéis adivinado, el álbum cierra con ese vals que es “Desert” y que ya vimos en Cronología del vals en la música popular y en el indie.
La pena de todo esto, es que la banda no se juntase en ningún momento para regrabar el inicial “In Bath of Bacon”, que el pobre Pat Fish se vio obligado a publicar sin prácticamente ayuda de nadie, tocando todos los instrumentos y, especialmente, produciendo él mismo. Un álbum de debut que suena como el mismísimo culo, y que no hace justicia a uno de los artistas que deberían representar el orgullo de la música británica de los 80. Por otra parte, estaba “Sex & Travel”, su tercer álbum, más que decente y con momentos brillantes, aunque algo se perdió respecto a su predecesor. Nunca volverían a ser los mismos.
Comments
luisoj 17 mayo, 2016 at 8:30 am
Me encantaban, ese pop tan simpático y vibrante, la deliciosa voz, las canciones tan estilísticamente bien compuestas.
Recuerdo que trabajé una temporada de DJ en el MAC de la Plaza Vázquez de Mella (Madrid) y todas las noches pinchaba dos o tres canciones de ellos, especialmente Girlfriend, The human jungle y la muy alcohólica Soul happy hour. Buena memoria Iago, yo casi los había olvidado y eso que tenían un nombre «inolvidable».
Bailar de arquitectura 18 mayo, 2016 at 6:10 am
Mira, «Human Junlge» es una de las que me refería cuando hablaba de «Sex & Travel». Creo que vistos con perspectiva están clarísimamente infravalorados, en este caso el univero no se alineó en su favor.
Comments are closed.