Un álbum capaz de detener el universo. El tercer largo de Terry Callier era la consagración de lo nunca visto, de hecho continúa siendo un misterio cómo partiendo íntegramente de influencias tan clásicas pudo moldear algo tan absolutamente nuevo. Y es que en esencia, “What Color Is Love” es folk, jazz y soul, pero su conjunción astral amplía los horizontes de los tres géneros. Siendo simplistas, podríamos afirmar que era la plasmación de sus dos primeras obras en una sola. Si con el descriptivo “The New Folk Sound of Terry Callier” abrazó el terreno del folk, con “Occasional Rain” ganó enteros la música negra. Podría parecer entonces que “What Color Is Love” se trataba sencillamente de una progresión lógica. Pero era mucho más. Su grado de perfección y su alta densidad emocional lo consagraron para siempre como un disco histórico.

La fotografía de Joel Brodsky es la antesala de lo que está por llegar, produciendo el efecto envolvente del humo de un cigarrillo en un sórdido y oscuro local de jazz. Así comienza “Dancing Girl” con un aire humeante, espectral e impactante. Tras los iniciales acordes de guitarra a modo de canción folk, el sonido muta hasta convertirse en el cántico desgarrado de Callier, que modula la voz a placer y persigue crescendos imposibles durante los nueve minutos de duración de la canción. La urgencia vital choca frontalmente con la suavidad del resultado en un ejercicio plagado de contrastes. Por ese motivo uno no se acaba de sentar en su butaca con su copa de whisky a escuchar plácidamente “What Color Is Love”, cuya melancolía y reposo hacen prevalecer la tensión acumulada. Por fortuna, esa pulsión encuentra pronto una vía de escape en “You Goin’ Miss You Candyman”. Con la entrada en escena del funk, se consigue transformar un tema aparentemente folk en un hit de ritmos explosivos. Y qué decir de “Just as Long as We’re in Love”, un huracán que escupe soul de alto voltaje, algo parecido pasa con la sofisticada y antibelicista “Ho Tsing Mee (A Song of the Sun)”. El folk conserva un poco mejor su pureza en “I’d Rather Be with You”, teniendo en cuenta el disco a tratar, aunque los arreglos continúan siendo marca de la casa.

Entre bastidores, se intuye a otro músico privilegiado tomando apuntes de la fórmula magistral, John Martyn, especialmente para su obra cumbre, que editaría poco después, “Solid Air”. Los grandes solo aprenden de los grandes.