Esta es más bien una micro historia, pero una micro historia muy importante para el estudio de la música electrónica. Tal vez fue suerte de un día o simplemente una inspiración fugaz, pero lo cierto es que Manny Scretching, quien se situaba detrás de Nitro Deluxe consiguió mucho con muy poco. A efectos prácticos le bastó una canción para acercar posturas entre el house de Chicago, el techno, el electro y el hip hop y dejar un molde sobre el que componer eso a lo que se llamó acid house. “Let’s Get Brutal” fue un éxito que pegó fuerte y rápido pero que se desvaneció con la misma prisa. Uno de sus tres únicos tracks (para que no haya dudas, “This Brutal House” es la misma canción), sin duda el único recordado y aun así de necesaria reivindicación. En serio, nadie se acuerda de este hombre más allá de los que guardan los recopilatorios de Warp como si de una vajilla renacentista se tratase.
He hablado de suerte, pero tener suerte dos veces es más complicado. Resulta que otro de sus tres tracks no tuvo repercusión, pero fue tan visionario como “Let’s Get Brutal”. Mientras éste creó escuela, “One A Mission” se perdió en su sombra. Un tema misterioso y enigmático, plagado de beats vaporosos y atmósferas etéreas que evocaban a ambientes subacuáticos. Tal vez se tratara de la experimentación ambient una vez superada con creces su inmersión en el ritmo. En cualquier caso sí podía ser ésta la prueba de que nos dejamos por el camino a uno de los productores llamados a protagonizar las revoluciones de la electrónica que estaban por venir.
No sabemos que empezó primero, si la aparición de un glaucoma crónico y problemas renales sumados a su incapacidad para pagar su tratamiento o la repentina falta de creatividad, el caso es que al parecer terminó prácticamente ciego y mendigando en la calle. Juro que al empezar a escribir esta entrada no había caído en que el final de su historia era prácticamente el mismo que el de Jackson C. Frank.